La
imprenta
Quizá
pueda parecer aventurado catalogar como el mayor hit de la historia de
la técnica la invención de la imprenta. Pero pensadlo por un momento:
por primera vez se pudo difundir el conocimiento entre la humanidad.
Sin
embargo, hay que matizar que lo realmente importante no fue la invención de la
imprenta sino la invención de la imprenta de tipos móviles, ya que hacía
mucho que la impresión no era una novedad.
Los
chinos habían estado imprimiendo libros desde hacía cientos de años, pero no
eran capaces de hacerlo de forma masiva y el coste era elevadísimo. Los chinos
imprimían mediante moldes, y cada página requería su propio molde especialmente
tallado para ella. Una vez preparados los moldes, podían producirse múltiples
copias, pero el grabado de esos bloques con la intrincada escritura china y el
subsiguiente entintado a mano eran unos procesos especialmente lentos.
Más
tarde, se desarrolló la utilización del tipo móvil de metal fundido, pero el
sistema no tuvo éxito en Extremo Oriente debido al coste del enorme número
de símbolos que requerían.
A
los europeos, no obstante, les fue mucho más fácil aprovechar el tipo móvil
porque el número de letras que usaban, y por tanto la inversión de capital,
eran mucho menores que en los escritos en chino y japonés.
Con
el alfabeto y el tipo móvil sólo se necesitaba otra innovación, la prensa de la
imprenta, para provocar la revolución. No era sorprendente que esa revolución
tuviera lugar en Europa, donde la gente había usado la prensa de tornillo para
prensar aceites y uvas desde que la inventaran los romanos.
En
conclusión, todas estas contribuciones (papel, tinta fluida, alfabeto, tipo
móvil y prensa de tornillo) fueron reunidas por fin en la ciudad alemana de
Maguncia, en el año 1450. El responsable de ello fue un hábil obrero
metalúrgico llamado Johannes Gutenberg.
Gutenberg
no era un científico sino un empresario que vio una oportunidad e intentó
aprovecharla.
Con
todo, la invención de Gutenberg no lo hizo rico. Si en el siglo XV hubiera
existido el actual registro moderno de patentes, hubiera podido ser el Bill
Gates de su época, pero no recibió derechos de aturo de los cientos de
imprentas rivales que se aprovecharon de su invento.
Con
esta invención, el desarrollo de la imprenta saltó a otros países. La primera
imprenta italiana se fundó en 1464. París ya tenía imprentas en 1470. Y
Londres, en 1476. Hacia el año 1500, la imprenta se había extendido ya por
todos los países europeos, excepto Rusia, y se imprimieron y vendieron unas
40.000 ediciones, totalizando unos 8 millones de libros.
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